En el río hay peces, aunque no los veas a simple vista. Los peces tienen una conducta que es posible estudiar, aunque no la conozcas. Basados en estas dos condiciones, hay personas que pescan, es decir, consiguen extraer del río lo que fueron a buscar.
Otras personas, en cambio, no tienen resultados. Cuando uno se pone a observar qué hacen o cómo proceden, advierte rápidamente que lo que falla es que no saben suficiente acerca de la conducta de los peces que pretenden atrapar y por esta razón no realizan las acciones adecuadas: se ubican en lugares inapropiados, utilizan equipamiento inadecuado, tienen comportamientos demasiado bruscos o son poco pacientes…
En ningún momento —sin embargo— se les ocurre poner en duda la primera de las dos condiciones: saben que en el río hay peces.